Por Alberto Fernández Liria

 

“La Colección Salud Mental Colectiva”, dirigida por Manuel Desviat,  difícilmente podía haber escogido un título más oportuno para su número 1.

Alberto Ortiz Lobo es un psiquiatra madrileño que ha desarrollado la mayor parte de su vida profesional trabajando en centros de salud mental. Desde allí ha realizado un notable trabajo como socio de la AEN y la Asociación Madrileña de Salud Mental y como docente en varios campos entre los que destacan la salud mental en atención primaria y la psicoterapia. Desde los inicios de su formación se empeñó en desarrollar una visión crítica de su quehacer como profesional. Ello le llevó por un lado a interesarse sobre las numerosas intervenciones que se realizan en los centros de salud mental sobre personas sin ningún diagnóstico (Sobre ello hizo su tesis y dirigió algunas otras) y, desde allí, a plantearse procedimientos para evitar el daño que pueden producir tales intervenciones, lo que le convirtió en pionero en el campo de la prevención cuaternaria en salud mental y en protagonista de una interesantísima propuesta de “intervención de no tratamiento” sobre la que creo que debería haber recibido formación cualquier clínico que vaya a trabajar en el sistema público de atención a la salud mental. A la vez esta inquietud le llevó a interesarse por las corrientes que con rótulos como “psiquiatría crítica”, “postpsiquiatría”, “oidores de voces” o cualquier otro, se han ido desarrollando tanto dentro como fuera de nuestras fronteras cuestionando el paradigma dominante en nuestro campo. Gracias a su trabajo, al de las personas que han trabajado en esto con él (como Iván de la Mata) y a la Asociación Madrileña de salud Mental, muchos hemos tenido conocimiento de desarrollos con los que, de otro modo, nos hubiera costado conectarnos.

ORTIZEl libro que comentamos refleja esta trayectoria y constituye una aproximación ordenada a tan complicados temas que la hace imprescindible tanto para profesionales en formación como para quienes quieran hacerse preguntas sobre su asentadísima práctica cotidiana.

El libro está dividido en tres partes. En la primera, delinea el panorama de la psiquiatría actual y da cuenta de las miradas críticas que se vuelcan sobre ella a las que hacíamos referencia más arriba. Lo hace de un modo informado, ecuánime y fácil de seguir. La segunda mitad de esta primera parte corresponde a una colaboración de Juan Gervás, el médico de atención primaria que se ha erigido en portaestandarte de (entre otras muchas y buenas cosas) la bandera de la prevención cuaternaria, precisamente sobre este tema.

La segunda parte (Que cuenta con la colaboración de Iván de la Mata en el capítulo sobre “riesgos y limitaciones de la prevención primaria” y la de Eva Muñiz en el de Rehabilitación revisa de un modo exhaustivo pero fácilmente asequible, la literatura sobre los daños que puede producir la psiquiatría. Además de los temas ya citados se refiere a los aspectos coercitivos de la Psiquiatría, el tratamiento de personas sanas, los diagnósticos categoriales y los tratamientos psicológicos.

La tercera es la parte propositiva. La abre con una excelente revisión de las propuestas narrativistas en Salud Mental y en Medicina. Le sigue un brillantísimo capítulo sobre la indicación de no tratamiento y uno sorprendente y verdaderamente juicioso sobre “prescripción juiciosa de psicofármacos”. Vicente Ibáñez contribuye a esta parte con dos capítulos uno sobre alternativas y modelos asistenciales desmedicalizadores y otro sobre derechos humanos. El primero ofrece una panorámica rápida pero exhaustiva sobre los intentos de modelos alternativos articulados en ese especia de historia oculta de la salud mental que arranca en Tuke e hilvana las aportaciones de gentes como Clifford Beers, Adolf Meyer, Thomas Main, Maxwell Jones, Michel Foucault, Irvin Goffman, Ronald Laing, Loren Mosher, Luc Ciompi o Yrjo Alanen, hasta llegar a las modernas alternativas a la corriente hegemónica y el cúmulo progresivamente creciente de su utilidad. El segundo recoge las referencias básicas imprescindibles para poder afrontar temas candentes – desde el tratamiento ambulatorio involuntario hasta las voluntades anticipadas con una base más sólida que la de las ocurrencias surgidas al calor de las presiones de grupos de interés o el conflicto causado por algún conflicto puntual.

Cierra el volumen un capítulo titulado “Psiquiatría crítica y centrada en las personas”  en el que se revisitan los conceptos trabajados en el libro para esbozar al menos el sentido de una propuesta que se sitúa frente a otras alternativas, se reclama de la necesidad de trabajar en colaboración con los usuarios y contiene incluso sugerencias – también fundadas en la literatura – para la formación e investigación.

Se trata de un libro que reúne las características necesarias para ser utilizado como libro de consulta. Pero que en absoluto cansará o defraudará y que recompensará largamente a quien se lo lea de un tirón.